Fuentenebro · Viñedos tradicionales en las laderas más altas

Las Tierras Altas

En las tierras agrestes del extremo sur de la Ribera del Duero, abrimos el horizonte a un vino con la frescura y la especial energía que aporta la altidud.
Un nuevo paso en la trayectoria de nuestra familia, que nace del respeto a la viticultura tradicional y de la recuperación de viñas antiguas en tres pueblos al pie de la Serrezuela, en el límite de la Denominación de Origen: Fuentenebro, Pardilla y Honrubia de la Cuesta.

La frontera de los mil metros

Entre acerados matorrales y prados de montaña, los caminos parten de los pueblos para alcanzar viñas que superan los 1.000 metros. Parecen izadas por el viento, encajadas entre dos mundos. Al norte, los vallejos que descienden hacia el Duero; al sur, los altos de la Serrezuela, con sus pinos y encinares.
Fuentenebro · La frontera de los 1.000 metros

Viñas viejas y minas olvidadas

Hubo un tiempo en que la viticultura tradicional compartió el paisaje con la minería, que aprovechaba un subsuelo rico en mica, feldespato y cuarzo. Queda el testimonio de bre- chas y bocas que salpican las suaves laderas. Si excaváramos muy hondo algunas viñas, quizá encontraríamos las antiguas galerías mineras.

Los suelos rojizos

El viñedo de Fuentenebro, Pardilla y Honrubia parece cabalgar sobre enormes olas rojas. El suelo arcilloso pinta las lomas cultivadas, las peñas abruptas, el agua de las pequeñas lagunas del monte. Y de la vendimia volvemos siempre con las botas tintadas de intenso color.
Pago de los Capellanes

El paisaje de la pureza

Vides venerables entre pequeños enebros y sabinas icónicas. Arcilla y viento, cielo y luz. Paisajes puros contenidos en un vino aéreo, fino, sensible y mineral. Nacido tanto de la tradición vitícola como del idealismo. Del respeto a una sabiduría de siglos y del sueño de expresar la vida que late en las alturas.
Pago de los Capellanes